1 de noviembre de 2010

Noviembre 1



En México, la calidez y la alegría en las festividades son características inherentes, no importa cuál sea el tema de la celebración. Tal es el caso del Día de muertos, no halloween.

Dentro del país, existen diversas formas de festejar (sí, festejar) a los difuntos, todo depende del estado o comunidad, pero todas con un mismo fin: convivir con las almas de todos aquellos que se fueron.

El Día de muertos a algunos les parecerá extraño (como me lo han hecho saber un par de conocidos extranjeros); sin embargo, para nosotros no es un momeno de tristeza, sino, al contrario, es muy alegre, es el momento en que las puertas del "más allá" se abren para permitir a las almas de los fallecidos convivan con el mundo de los vivos.

Es por lo anterior que las personas bailan y cantan en los cementerios, que adornan las tumbas y abren las puertas de sus hogares para recibir a sus familiares que ya no están vivos, que colocan altares con comida, bebidas, dulces y juguetes, para que los muertos vuelvan a disfrutar todo lo que en vida les gustaba.

Es cierto que la muerte es triste, es duro saber que ya no verás a un ser querido jamás, que su cuerpo ya no está a tu lado, que su voz se ha desvanecido y que sus ojos no volverán a mirarte; mas, es válido creer y entender que, al final, dos mundos (vivos y muertos) se unen y, aunque no puedas estar con alguien físicamente, no significa que se ha ido para siempre.

*
**
***
****

Me heredaste, extrañamente, pues no te conocí, un gusto inexplicable por los chicles y los bombones, una extraña fascinación por el altruismo y el buen humor; me diste tu reflejo en mi madre, quien, después de tantos años, no deja de recordar los buenos momentos a tu lado y tu ardua lucha para continuar: a ella le enseñaste a seguir adelante y, al mismo tiempo, a través de sus palabras maternas, me lo has enseñado a mí.

*
**
***
****

No recuerdo mucho sobre mis experiencias a tu lado, era muy niña cuando sucedió. Mamá habla muy bien de ti, papá quizá prefirió cerrar el tema, pero sé que te sigue queriendo tanto como tú a él. Ya no sé si aún conservo esos guantes morados que me regalaste un día de diciembre (he olvidado la fecha), pero sí guardo el momento: tu rostro cansado, pero sonriente, la alegría de mirar a tu hijo con tus nietos, todos los primeros, y la satisfacción de seguir ahí. Me enseñaste que los pequeños detalles valen mucho más y que vale la pena luchar, aunque al final tú ya no hayas querido hacerlo más.

*
**
***
****

1 comentario:

Unknown dijo...

Te recomiendo "El Angel Simon" de Nacho Vegas..

Si encuentras la historia tras la cancion, veras porque.

un Saludo.