22 de agosto de 2014

Después de 100 días de felicidad

Por: Hikari Hotaru

Tal vez ha escuchado, conocedor lector, del reto de los 100 días felices o #100HappyDays. Puede que parezca algo ridículo o, muy por el contrario, algo divertido y positivo. Sea cual sea la opinión, para mí fue un reto personal agradable para aprender a apreciar los detalles que ya había pasado de largo en los últimos años. 

El principio, sin duda, fue difícil: "¡cómo voy a tomar una foto cada día y de qué!"; pero con el paso de los días y la determinación de hacer un balance diario, fue más sencillo y hasta natural. Deje de estar peleada conmigo misma y transformé mi energía en algo positivo para el resto; convertí mis críticas en opiniones constructivas; hice realidad deseos porque sabía que me pondrían de buen humor, y aprendí a aceptar las vueltas de la vida, pues no son necesariamente ajenas a lo que quiero ser y hacer. 

Tuve también la oportunidad de darme cuenta de quién está constante en mis jornadas y en qué estaba fallando con quienes amo. Otro aspecto que noté fue que me obligaba de cierta manera a disfrutar lo hecho para tener una imagen de alegría al final del día e, incluso ahora terminado el reto, dedico unos minutos para encontrar esos detalles que me hicieron sonreír durante mis actividades.

Admito que mis fotografías no son las mejores y que no las publiqué seguidas, pero mi justificación son esos momentos muy felices donde no sacaba la cámara: estaba dedicada a disfrutarlos en el instante. 

Pienso que si la gente toma esto como una motivación personal, no por ser popular o por presumir, los resultados son más que positivos, y en este mundo necesitamos gente contenta para transmitir su buena energía a los demás: eso es un buen inicio para crear un cambio de conciencia personal y social. Además, si uno logra ser feliz durante 100 días, entonces puede serlo toda la vida. 


3 de febrero de 2014

Tal vez sólo debas dejar que el miedo no te consuma

En los últimos años me he vuelto una persona muy sensible, no es que me la pase mostrando mis sentimientos a todo el mundo, pero no puedo evitar que floten frente a mí. No sé hasta dónde eso sea bueno o no, lo único claro es que, con el pasar de los años, lo que creíamos ser resulta falso.

Durante los meses recientes he aprendido a encontrarme de nuevo, incluso a aceptar la sensibilidad que antes me parecía ridícula. Sin embargo, aún pienso en la gente que dejé en el camino o que me sacó del suyo; no significa precisamente que me afecte, pero a veces quisiera saber qué pasó.

Tal vez el problema radica en las circunstancias del fin de la relación o, mejor dicho, en las que decidieron que yo no pertenecía más a su nuevo estilo de vida. No soy una persona que se desgarre si la dejan: la aceptación es mi mejor cualidad en esto; no obstante, repito, quisiera saber dónde fallé, falló o fallamos.

Puede ser que lo anterior me haya vuelto más receptiva a las emociones y, al mismo tiempo, haya detonado la chispa que se había apagado en mí para continuar mi vida.

Una vez me dijeron: "yo no lo creía, pero es cierto que la edad te hace madurar"; no sé si eso me está pasando, sólo sé que duele y, a la vez, reconforta. Quiero pensar que tendrá un buen término en todos los aspectos y, especialmente, que estaré orgullosa de esta metamorfosis tan prolongada.