31 de diciembre de 2011

Adiós, 2011.

A veces es duro dejar atrás lo que somos ahora, pero cuando decidimos hacerlo es porque buscamos algo mejor, capaz de cambiar nuestra vida y que nos permita seguir adelante. Eso no quiere decir que perdamos nuestra esencia, lo que nos caracteriza como seres únicos, inigualables e irremplazables.

Este año, 2011, fue, para muchos, un año complicado, para otros fue espectacular. Cualquiera que haya sido el caso, usted, mi querido lector, debe tener en cuenta cada una de sus acciones hechas para mejorarlas, aprender de ellas e integrarlas a su carácter y personalidad, así como a su visión del mundo de la manera más positiva, pues ése es el único modo de lograr cambiar al mundo y de cambiarnos a nosotros mismos para ser y vivir mejor.

Espero que el 2012 sea grandioso para todos, que esté lleno de dicha, de felicidad, de éxito y, por supuesto, de mucha luz; que pase lo que pase, si el planeta se transforma o muere, se quede en ustedes el amor, la paz y el impulso de siempre ver hacia adelante y de jamás bajar la mirada.

Será un año de muchos cambios en todos los aspectos -político, económico, social, espiritual...- y la manera más adecuada de estar preparados para ellos y afrontarlos es poner la cabeza en alto, esforzarnos, dar para poder exigir, pero, sobre todo, hacer las cosas por convicción.

Gracias a todos, encantadores lectores, por ser parte, durante un ciclo más, de este espacio que aún tiene mucha luz para ofrecerles.

Feliz 2012.

Aquí seguimos.

20 de diciembre de 2011

Te quiero más

Si me preguntaras si quiero estar contigo, mi respuesta sería no. Yo quiero SER contigo.

Sinsentido 2

Hay tanto que decir que no sé por dónde empezar. Todo es sobre mí, es cierto, pero hoy quiero dejar de sentirme culpable por hablar de lo que soy, de lo que siento, de engrandecerme como si no importara.

Es tiempo de aprender a llamar la atención y de dejar mi ego fluir; porque no me parece justo que no se me reconozca lo que hago, y que a otros les aplaudan sus plagios en lo que escriben, dicen y piensan. Me parece inadecuado halagarles su falta de esfuerzo, algo que no son... y me afecta, indescriptiblemente, intensamente.

¿Envidia? Sí, y sin razones. ¿Celos? Sí, porque no me siento única, porque no es a mí a quien le aplaudes, a la que conquistas, a la que escuchas... Porque ya no soy yo la amiga, la inteligente, la guapa, la ideal.

Me he convertido en un nombre sin imagen, sin significante; en un recuerdo carente de valor, en un individuo conveniente, en una mujer que no lo es.

Dice mi subconsciente que es a causa de mi adolescencia tardía, pero, más bien, sólo adolece lo que se perdió, lo que dejo de ser o tiene miedo de salir, pues no los entiendo...

Quizá estoy en una sintonía distinta, lejana y antigua, donde los triunfo hablaban solos de nosotros y no nosotros hacíamos creer que existían; donde la comunicación más valiosa era la cara a cara y no la sonrisa fingida de la mejor pose en una fotografía.

Sé que he cometido errores, que, tal vez, no he cambiado en el sentido correcto, mas no pienso que esté del todo mal y sea solamente mi equivocación.

Estoy cansada de su egolatría, de su avaricia, de su soberbia, de sus mentiras y de su hipocresía. Harta de leerlos, de no escucharlos, de que ya no estén ni sean los mismos, de que sean lobos virtualmente y cachorros asustados en la realidad.

Me encuentro fatigada por su presunción y prepotencia, por sus palabras no traducidas en acciones, por su conveniencia. Estoy asqueada de su incongruencia, de su falta de coraje, de su ausencia de sinceridad y entendimiento, de su carencia de humildad.

Me noto molesta porque ya no hay lugar...

Quiero ser como ustedes y que por un momento me volteen a ver, pero la culpa de no ser yo me carcome y el deseo de que se reconozca a cada uno por su esfuerzo también.

Ya no sé dónde detenerme o dónde siquiera comenzar... En un mundo donde ya nadie vale en sí mismo, ni como individuo ni como comunidad.

Estoy agotada de no ser un un sitio donde el "yo" domina, aunque, al mismo tiempo, pierde su valor.