26 de enero de 2010

Daniel Radcliffe



No sé que opine, querida y atinada lectora, pero para mí, este hombre es encantadoramente guapo y provoca torpes distracciones. Mire nomás:









Si le gustó, excitada lectora, y quiere más imágenes del muchacho, dé click aquí.

México y la tele digital



Mire usted, informado y consciente lector, lo que El Universal nos presenta:

México con atraso para la tv digital

Del total de los hogares en México con televisión, sólo 13.6% (3.6 millones) tienen un receptor digital, informó el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) en su Encuesta sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH 2009).

Hay 26.5 millones de hogares con televisión, de los cuales 1.9 millones tienen receptores digitales con algún servicio de televisión de paga, y sólo 1.6 millones de hogares con estos aparatos reciben señales abiertas.

Ésta es la primera vez que se mide la penetración de receptores y usuarios de televisión digital en el país y confirma que la adopción de esta tecnología es baja, dijo la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel)

“Esto justifica impulsar estrategias para estimular la compra de estos televisores”, dijo el órgano encargado de la transición a tecnologías digitales.

Quedan 11 años

El proceso de transición a la tv digital inició en México en 2004 y está previsto desarrollarse en seis trienios, es decir, hasta 2021, fecha en que el gobierno definirá, según el nivel de penetración de receptores, si es o no tiempo del apagón analógico.

Una de las propuestas de Cofetel es que se diseñe una política industrial paralela al proceso de transición digital, con el fin de que se establezca una norma para que los nuevos televisores que se comercialicen sean importados o de fabricación nacional, tengan tanto el sintonizador análogo como el digital.

La penetración de la televisión, tanto analógica como digital, es de casi 95% en el país, por lo que 1.3 millones de hogares no cuentan con este aparato.

De ese total, 22.8 millones de hogares tienen televisor analógico, cifra que representa 86.3% del total.

En la encuesta de INEGI se detalló que 53.3% de los hogares con receptor digital hacen uso de un servicio distinto al de la televisión digital terrestre.

Cofetel dijo que se carece de información suficiente sobre las ventajas de la migración tecnológica y hay confusión entre pantalla plana y receptor digital de plasma o LCD.

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Yo nomás digo que no se necesita ser especialista para saber esa información. Lo que hace falta es hacer algo respecto a la infraestructura e instituciones del país para, posteriormente, llevar a cabo la transición; es un asunto que va más allá de generar estrategias para estimular la compra de aparatos aptos para recibir la señal digital.

23 de enero de 2010

Quejas y la pregunta del día



En una ciudad donde es complicado andar y vivir diariamente, la actitud de algunas personas lo hace todavía más difícil:

1. A ver, gente, ¡por qué obstruyen el paso en las banquetas! Si un día atropellan a alguien, no duden que serán los primeros demandados. Las aceras son para andar, no para poner estantes, autos o basura. ¡¡Qué les pasa, personas!!

2. ¡Por qué la desesperación para salir de los vagones del metro! Individuos, si fueran un poco pacientes, verían que no hay necesidad alguna de empujar a quienes bajarán también. No se enojen, no avienten, TODOS SE CONSEGUIRÁN AFUERA.

3. Si caminarán lentamente, ¡oríllense! y dejen pasar a quienes llevan prisa o, simplemente, tienen un paso más veloz que el suyo. No estorben en las puertas, no crean que todo el espacio les pertenece.

4. Y, por último, nada cuesta decir "por favor", "gracias", "permiso". Tampoco funciona culpar a otros de nuestra falta de control.

Si fuéramos un poco más conscientes de nuestras fallas, de hasta dónde tenemos la culpa y conociéramos nuestra capacidad de autocontrol, las cosas serían diferentes.

Simplemente es un cambio de actitud, señores, nada más. Una sonrisa y ser educados no cuesta nada.

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Ahora, la pregunta del día (porque ni se imaginan lo que la gente reflexiona durante su trayecto en metro). La autora es una fémina de alrededor de 10 años:

¿Qué es más limpio: la baba de una persona o la baba de un bebé? ¿aeh? *~*

15 de enero de 2010

Niños



Señora 1: (...) ajá...

Señora 2: (...) y tiene una hija en Arizona.

Niña: ¡Existe un país llamado Narizona!

11 de enero de 2010

Gusto oculto 2



Las personas siempre tenemos gustos culposos o curiosidades ocultas que otros ni siquiera imaginan, quizá, muchas de ellas no las ven como parte de nuestra personalidad. Recordarán que les conté sobre mi gusto especial por la música y la guitarra; pues esta ocasión hablaré sobre una actividad artística que también roba mi atención: la danza.

Bailar, poder expresar con movimientos corporales al ritmo de una melodía es una de las actividades que más me llenan. Claro, bailar por bailar no se considera un arte como tal, más bien a ciertos ritmos y formas de moverse específicos.

De esas formas específicas la que me fascina es el flamenco, palabra utilizada para referirse a un canto y baile (gitano por surgimiento), o para decir que algo es chulo o insolente, de buenas carnes, terso, firme... Precisamente , esa variedad de acepciones hace, para mí, maravillosa a este tipo de danza.

A diferencia de otros bailes, como la danza folklórica que tiende a ser muy alegre, vivaz y fiestera todo el tiempo, o la clásica que acostumbra suavizar los sentimientos, el flamenco es una representación de muchas emociones de una manera dura, precisa; es un zapateo que va desde lo alegre hasta la expulsión de sentimientos de cualquier tipo que ya no pueden ser contenidos.

La danza flamenca es enérgica, dura, fuerte; con ella puedes jugar con las emociones del rostro, pasar desde la más cruda molestia con un duro zapatear al más sutil coqueteo de unas sevillanas o a la fiesta con una rumba; tienta el alma con la realidad de las emociones, hasta llenar el cuerpo de un brío que se obliga a salir con un golpe final, para comenzar de nuevo.

La postura recta del cuerpo mientras baila flamenco hace de un gesto duro y frío el más elegante, o al coqueteo más descarado lo convierte en una danza de atracción con el movimiento de las manos, de las castañuelas o del abanico, de las caderas, de las piernas, de los pies…

Con lo anterior, no quiero decir que el flamenco lo tenga todo o sea más bello que otras danzas, pero sí que llena de energía, que no cansa, es un juego de emociones, miradas, siluetas y ritmo que no se detiene.

Por cierto, fue mi estancia en el bachillerato la que me acercó a esta danza y me llenó, por dos años de mi vida, de esa energía, de ese gusto y del porte flamenco.


Abajo, la agrupación VIVA FLAMENCO.



Sevillanas:

7 de enero de 2010

Me acuerdo...




El día de reyes ya no es como antes, ya no hay niños felices con sus juguetes en las calles, al lado de sus padres y con sus amigos. Sé que por mil razones no sucede, y lo extraño.

Por cierto, gracias por sus comentarios n_n

3 de enero de 2010

Miradas



Dicen que los ojos son el espejo del alma. Para mí, eso no es mentira, mas no había caído en cuenta de todo lo que una mirada puede reflejar. Aquella vez de mi consulta psicológica gratuita, entendí que hay sonrisas que no se dibujan con los labios, sino con la profundidad del alma, pero fue meses después cuando comprendí que la vida de una persona también se conoce con un vistazo a sus ojos.

Mi padre, el día en que lo supe, me dejó en el metro (sistema de transporte colectivo) realmente temprano, podía esperar en la estación con nada que hacer o subirme a un vagón y llegar antes a la escuela; opté por lo segundo.

A esa hora (que por salud mental no la diré) muchas personas regresan de sus trabajos, no van recién bañados ni perfumados ni con el alivio de haber dormido algo, sino todo lo contrario, son personas de posibilidades económicas menores, en su mayoría.

Ya había notado antes lo arriba mencionado; sin embargo, no había prestado tanta atención como lo haría en aquel momento: un hombre subió al vagón para cantar por unas monedas y, al mismo tiempo, apoyaba al partido Convergencia (fue hace mucho, no recuerdo qué dijo); me fijaba cómo las personas lo ignoraban y llegué hasta alguien que tomó especialmente mi curiosidad.

Soy una persona que tiende a mirar mucho a la gente, me gusta adivinar los gestos que hace; sin embargo, pocas veces observo directamente a los ojos, sea porque las personas se sienten atacadas, por pena o porque su mirada es muy pesada (o encantadoramente coqueta jeje) y no la soporto.

Como sea, una imagen no dice más que mil palabras, pero los ojos sí. La mirada se muestra cansada, aturdida o triste, débil, temerosa, coqueta, atrevida, decidida... Los individuos dejan salir, a través de sus ojos, todo aquello que no expresan con palabras o pretenden ocultar: un problema, tristeza, preocupación, alegría o el amor mismo. No es difícil darse cuenta, basta con un poco de atención.

En fin…ese día, el semblante de aquella persona me hizo voltear a verla: su mirada cautivó cada uno de mis sentidos, generó emociones y abrió un panorama diferente frente a mí. No era alegre ni vivaz; más bien, estaba llena de niebla, de un inmenso cansancio y una profunda tristeza.

Era una señora, de alrededor de 70 años, de esas que viven con lo que apenas pueden ganar; una mujer resignada a su situación, a su pobreza, a sus males. Sus ojos expresaban tantas cosas que definir un solo estado es complicado, mas estaba claro: no era feliz. Se reflejaba en su vista un alma fatigada, harta de la vida, indiferente a sí misma, aunque no al resto del mundo. Y había algo más: un grito de súplica, un dolor intenso que pedía ser calmado.

Era una petición (viva en mi mente ahora) difícil de entender, nada clara y que obligaba a perder sus motivos. Esa súplica sobrepasó mi capacidad y experiencia, no me permitió resolver más allá ni hallar un porqué.

La mirada de esa anciana estaba vacía, falta de esperanza, incrédula, perdida; era gris, invisible, llena de una fe traicionada, de una herida sangrante, de llanto, de lástima hacia sí.

Al final, cuando llegamos a nuestro destino, pensé que, tal vez, lo que ella necesitaba era sólo una sonrisa, un gesto amable de quien la veía, de la joven que la observó durante todo el trayecto.