22 de mayo de 2009

"I love magic"



Desde el inicio de Harry Potter, su protagonista robó toda mi atención, mis suspiros y todas esas cosas que una fanática comienza a sentir cuando admira a una figura pública. Recuerdo que vi su primera película junto con una amiga y un amigo (creo que yo hacía mal tercio ahí ¬¬) el día de mi cumpleaños de aquel año que ya ni me acuerdo cuándo fue (enero de, me parece, 2002).

El filme estaba palomero, pero nada me importaba más que los ojos perfectos de un escuincle que, al momento de grabar y, por ende, en pantalla, tenía sólo 11 años: un mocoso cualquiera, pero con una esencia especial, de esas que traspasan cualquier medio, cualquier barrera y que llegan a cualquier mente retorcida y moldeable como la mía.

Desde aquel momento, no pensaba en nadie más que en Daniel Radcliffe, nombre del protagonista de la saga de Harry Potter: me había vuelto una loca total por él, sabía todo de su vida y me enojaba en demasía que Emma Watson, la actriz que encarna a Hemione Granger, pudiera estar cerca de él y lo abrazara y lo tomara de la mano y yo no.

Al principio, ese gusto por ver a Daniel también se traducía en el gusto por las películas y leer los libros de Harry Potter, incluso hasta lo que concernía a su autora J. K. Rowland (en mi clase de Literatura mundial, el segundo año de prepa, vimos que esta señora no es tan creativa como parece); sin embargo, con el tiempo, me fui dando cuenta que sólo era una extensión más de lo que debía saber acerca del hombre que no ha dejado de impactarme después de tantos años.

Comprendí, entonces, que sería capaz de muchas cosas con tal de seguir viendo en pantalla al joven Radcliffe, sin importar si su trabajo es muy bueno o muy malo, y muy a pesar de las críticas y comentarios molestos de la gente que, por su naturaleza, le gusta alterar chingar a otros.

Hoy, mi gusto por Harry Potter no es inexistente, pero está prácticamente consumido, (aunque, como ritual, no me perderé el estreno de la película que viene, Harry Potter y el príncipe mestizo). No obstante, toda la locura que me da ver a Daniel Radcliffe se ha mantenido con la misma intensidad es, en definitiva, el amor de mi vida, el hombre perfecto para mí, eso qué.

Ahora lo veo y me parece divertido cómo, a pesar de todo los trabajos que ha hecho a parte de Harry Potter, sigue siendo el mismo niño de lentes que los jóvenes de mi edad critican y hacen mierda: la imagen con la que, lamentablemente, se ha quedado, es la del maguito huérfano, enfrentándose a sus miedos y con poderes que desconoce e irá descubriendo.

A pesar de lo anterior, el actor es para mí un hombre capaz de realizar los personajes que le ofrezcan para diferentes producciones, incluso si implican desnudarse, como recientemente lo ha hecho en la obra Equus (y la cual ansiaba realmente, con toda la fuerza del universo, ver ¬¬), dirigida por Peter Shaffer; del mismo modo, sigue siendo, a mis ojos, claro, el chico más perfecto del mundo, a quien los años le favorecen y sientan muy bien.

Con todo esto, resulta gracioso cómo hemos sido partícipes del crecimiento de este muchacho, en pantalla y en la vida. Es curioso darse cuenta cómo ha cambiado, cómo paso de ser un niño sin fama (aunque ya había trabajado en producciones durante su infancia) a ser un joven casi veinteañero con millones de dólares en su poder y miles de seguidoras queriendo ser sus esposas.

Para algunos, incluso, ha llegado a ser una persona importante, mejorando su vida al mismo ritmo que gente de mi genreación y, para las fanáticas (yo no lo soy, porque yo lo amo como el ser humano que es jajaja ¿y luego?) ha implicado verlo evolucionar como ser humano a la par que ellas; ha sido como crecer al lado de tu mejor amigo de la infancia, del que terminas enamorándote (jajaj no aplica mucho, pero me gusta pensar que puede ser, yo lo quiero... je je).

Finalmente, sólo pregunto:

¿Cuándo este niño de anteojos redondos y con magia a su alrededor



se convirtió en un hombre?




¿Cuándo decidió que su varita mágica dejaría de ser aquella de madera con una pluma de fénix para ser una parte de su cuerpo? Y...¿cuándo, que el mundo merecía verlo desnudo?




A mí no me molesta verlo así, y culpo a las fuerzas divinas por castigarme de esta manera: no dejándome estar cerca de él.

Amo la magia y a él lo amo con todo mi ser y ganas.

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Lo anterior fue resultado de ver entrevistas en Youtube y encontrar imágenes que alborotan las necesidades fisiológicas de los seres humanos.



1 comentario:

Ald0rad0 dijo...

Por si te interesa, sale en una editorial de Vogue US Marzo 2009 llamada I Love The Nightlife

saludos!!