12 de diciembre de 2010

Confesiones en voz alta: no me gusta facebook



Hoy me di cuenta de por qué me he sido renuente a utilizar "feisbuk" estos últimos meses, la razón (o conjunto de motivos) que tengo para estar así es algo muy simple, pero no claro al ver; no tiene que ver con críticas sociales, técnicas o de comunicación, sino con puro sentimiento.

Sí, estimado lector, leerá en mis palabras una sincera confesión: hoy supe que entrar a "feisbuk" me hace redescubrir a la gente, me hace explorar hasta llegar a puntos sin retorno que sólo provocan, en mí, heridas profundas e insanables al momento; destellos negros que hacen añicos mis más grandes esperanzas: ésas en las que creo aún ser amiga de quienes, al menos yo, estimo de verdad; de pensar que mis esfuerzos por recuperar una amistad que parece tambaleante pueden resultar; de creer que soy parte de algo.

Y, adivinó, suspicaz lector, todo resulta una vil mentira: las personas no son lo que muestran ser, los amantes se dejan ver y los amigos... ¿cuáles amigos? ¿Tres o cuatro? Con los verdaderos no necesitas ninguna red social para saber que nada cambiarán lo que tenían, con los demás...

Basta dar un clic para saber que te han excluido de todo, que te han borrado de su espacio... ¡sí! ¡Uno de esos individuos especiales (de esos a los que quieres en realidad) ha decidido que tú no tienes más derecho a saber de él! ¡No importaron tus esfuerzos para lograr verlo o tan sólo que te respondiera un "hola"! ¡Absurdos! ¡Inútiles! ¡Ingenuos! ... inocentes...

¡Pero cómo creiste que eso se podía! ¡Por qué esperabas que la situación cambiara! Ni siquiera era tu culpa, no fuiste tú... sólo... te convertiste en una carga, en un cualquiera... ¿Fue acaso el comentario no respondido? No, sólo fue el pretexto, el gancho que jalaría todo hasta hacerlo caer.

Sí, el primer pasó es ése, ¿qué sigue? ¿Puedes contestarme ahora? ¿Puedes explicarme qué pasó? Yo lo intenté, de verdad lo hice: traté de hacerte ver que la vida no separa a la gente, es la gente misma la que aleja a los otros; creí que, al menos en el fondo, algo quedaba, que era pertinente salvarlo, que podíamos esforzarnos para no dejarlo morir. ¿Y sabes qué? Me venciste, yo me doy... ya no puedo...

Quería, lo esperaba, me equivoqué. Habría sido más fácil pedir que te dejara en paz, si eso querías desde el principio... si eso querías...

Presiento que seguiré creyendo y esperando.

Háblame algún día, hace falta que lo hagas.

1 comentario:

Lim dijo...

Querida amiga, a veces creemos tener una amistad y al final nos damos cuenta que hemos sido utilizados, que todo fué un espejismo, que nada tenía transcendencia, que poco importabamos, esas amistades no combienen, mejor alejarlas, pues llegarán a herirnos.
Un beso.