Por: Hikari Hotaru
A veces no comprendo cómo las cosas se destruyen de un instante a otro, cómo los resultados de las decisiones tomadas se vuelven malos y afectan una vida, supuestamente, bien planeada, ni cómo podemos recomenzar.
Día a día las verdades se asoman, las ilusiones se destruyen y las relaciones se trozan, todo se cae en pedazos pequeños difíciles de levantar y recontruir; las lágrimas brotan, el enojo incrementa y la frutración se hace evidente.
Cada vez más cerca de cerrar una etapa de la vida, el círculo pronto a crearse parece deformarse y no querer obtener su forma; las puertas alrededor parecen no abrirse y las alternativas desparecen de la vista.
La mente se cierra y darle solución a los problemas resulta complicado, tedioso e inaccesible; sólo se quiere desaparecer o encontrar un lugar que aclare la mente y regrese la fuerza a un cuerpo endeble y sensible, temeroso...
Discúlpanos mundo, porque ya no podemos más, por tirar la toalla y no soltarla, por caernos y llorar, por no poder levantarnos, porque nos aferramos a pensar que nada tiene remedio ya, aunque, al final, nos tendrás ahí, de pie...otra vez.
Ya mañana saldrá el sol...de nuevo.
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