27 de febrero de 2010

"¡No se deje!"



Estimada lectora citadina y usuaria del sistema de transporte colectivo:

Los días en la ciudad son difíciles, el transporte público es feo y está descuidado, la seguridad es mero adorno, y su actitud es poco menos que indiferente.

Los acosadores, por su parte, aprovechan esto para ponerla en situaciones incómodas; por eso, cuando uno de ellos la toque intencionalmente, intente abrazarla, le repegue sus órganos, o si, por el contrario, es mera observadora, no se quede callada, grítele, reclámele, íntimidelo al menos, péguele y miéntele la madre si es necesario, y denuncie.

Basta con no temer, encontrará a alguien que la apoye o, mínimamente, pondrá en evidencia al descarado y, la gente, tan despectiva como es, estará para juzgar, reclamar y culpar.

Días complicados



A veces no comprendo cómo las cosas se destruyen de un instante a otro, cómo los resultados de las decisiones tomadas se vuelven malos y afectan una vida, supuestamente, bien planeada, ni cómo podemos recomenzar.

Día a día las verdades se asoman, las ilusiones se destruyen y las relaciones se trozan, todo se cae en pedazos pequeños difíciles de levantar y recontruir; las lágrimas brotan, el enojo incrementa y la frutración se hace evidente.

Cada vez más cerca de cerrar una etapa de la vida, el círculo pronto a crearse parece deformarse y no querer obtener su forma; las puertas alrededor parecen no abrirse y las alternativas desparecen de la vista.

La mente se cierra y darle solución a los problemas resulta complicado, tedioso e inaccesible; sólo se quiere desaparecer o encontrar un lugar que aclare la mente y regrese la fuerza a un cuerpo endeble y sensible, temeroso...

Discúlpanos mundo, porque ya no podemos más, por tirar la toalla y no soltarla, por caernos y llorar, por no poder levantarnos, porque nos aferramos a pensar que nada tiene remedio ya, aunque, al final, nos tendrás ahí, de pie...otra vez.

Ya mañana saldrá el sol...de nuevo.

18 de febrero de 2010

Él



A veces, me gustaría detener el tiempo, y así estar conmigo, en soledad y poder relajarme, concentrarme, hacer todas aquellas actividades para las cuales no tengo un momento en el día, para apurarme con los deberes escolares y poder dormir decentemente.

En ocasiones, me agradaría parar los minutos, para andar con esas personas a las que extraño, a quienes veo rápidamente; convertir 5 minutos en un día, o una noche en una hora.

Quiero decirle alto a las horas, y gastar la alegría que tengo, explotar el cariño que siento y regalarle a mi familia esas pláticas que ahora no puedo otorgarles, los abrazos, las risas; compartir anécdotas, llorar juntos, encontrar soluciones.

Pero lo que más deseo es detener el tiempo, de vez en cuando, y estar con él, sin preocupaciones, sin tormentos, sin que transcurran los segundos; hacer eterno el momento, sentirlo, sentirnos.

Besarlo lentamente, tocarlo suavemente; que sus manos me reconozcan, que su mirada se quede fija en la mía, y su cuerpo, ligera y frenéticamente, se amolde a mis formas. Hundirnos en la nada, donde lo único importante somos los dos, y, entonces, sólo entonces, terminar juntos, llegar de la mano a la realidad y darnos cuenta de que, de verdad, el tiempo no pasa si estamos el uno al lado del otro.

14 de febrero de 2010

"Te amo con el negro de la muerte y el amarillo de la suerte..."



La canción Te quiero de colores, del grupo venezolano Voz Veis, para aquellos que tienen a quien amar, porque, sentir eso en estos días, ya se ha vuelto un privilegio.


4 de febrero de 2010

Pensamiento del día




Tengo ganas de mirar dentro de mí, pero tengo miedo de que, al hacerlo, mis ojos sangren.