Por: Hikari Hotaru
El día no parece comenzar con novedades; el sueño vence a las personas que, sin darse cuenta del recorrido que hacen en el transporte, viven en sus sueños lo que está pasando mientras duermen.
El cielo se aclara lentamente, el frío se hace más intensto, pero se desvanece pronto. Los autos avanzan en fila, unos tratando de rebasar a otros, mas cuidando de no invadir el carril de la nueva línea del Metrobús.
El tiempo pasa paulatino... El metro, curiosamente, no está lleno: las personas se levantan, ceden asientos, piden permiso y dan las gracias.
Los mensajes no son iguales: el corazón palpita enérgicamente, la temperatura sube y duele, duele justo en el centro.
Un trago de agua apacigua a el nudo de la garganta, pero la vista se nubla y la boca tiembla. Trata de contenerse: no es posible.
- ¡Respira! (1...2...3...)
- ¡De nuevo no! (1...2...3...4...)
Se ahoga un grito, el silencio parece reinar: está perdido.
- Lo volverá a recordar... más tarde, una y otra vez...
...hasta que en su cama, al cerrar los ojos, la lágrima, sin su voluntad, logre escapar.
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