Destesto las noches cuando el llanto no me deja dormir, cuando los pensamientos, uno tras otro, invaden mi mente y me hacen sentir insegura, temerosa de mí y como si al mundo ya no le interesara más.
En este momento he tomado medidas drásticas, por el bien de todos los que me rodean y, sobre todo, por mi propio bienestar, porque, no tiene usted, desinteresado lector, idea alguna de cómo se me está destrozando el alma y cómo los pedazos de mi corazón se separan más: duele.
Todo el tiempo pensé que podría consentir ciertas actitudes de las personas; creí que era lo suficientemente paciente y confiada para entender las situaciones que nos envuelve: hoy sé que no es verdad, ¡nada! Porque estoy predispuesta, porque mis miedos se asoman, porque ya no creo en lo que soy... en lo que era.
Hoy siento a mi intimidad quebrantada por completo, los límites de mi vida han sido invadidos de un modo sangriento, mi confianza ya desapareció en los demás, en mí. Me siento ignorada, celosa, herida.
Ya sé que no eres culpable, tal vez sí; los demás, no lo sé, quizá sí; pero, al final, soy yo la única que carga con todo: por imaginar, por suponer, por exagerar, por sentir.
¿Acaso está mal ser envidiosa o pedir atención? ¿Es erróneo pedir que hablen de mí de vez en cuando? ¿Que no se encuentren? ¡Que no me salten, por favor! Que no se convierta en la primera fuente...
Quiero mi lugar, el de costumbre: ese donde tenía buenas amigas, donde yo era la única bonita, donde el mundo éramos dos...
Tengo miedo, muchísimo, de que un día me deje de querer, de que un día se termine, de que yo no pueda recuperarme de nuevo.
Espera...Como si fuéramos los únicos, abrázame fuerte, un poco más.
El día no parece comenzar con novedades; el sueño vence a las personas que, sin darse cuenta del recorrido que hacen en el transporte, viven en sus sueños lo que está pasando mientras duermen.
El cielo se aclara lentamente, el frío se hace más intensto, pero se desvanece pronto. Los autos avanzan en fila, unos tratando de rebasar a otros, mas cuidando de no invadir el carril de la nueva línea del Metrobús.
El tiempo pasa paulatino... El metro, curiosamente, no está lleno: las personas se levantan, ceden asientos, piden permiso y dan las gracias.
Los mensajes no son iguales: el corazón palpita enérgicamente, la temperatura sube y duele, duele justo en el centro.
Un trago de agua apacigua a el nudo de la garganta, pero la vista se nubla y la boca tiembla. Trata de contenerse: no es posible.
- ¡Respira! (1...2...3...)
- ¡De nuevo no! (1...2...3...4...)
Se ahoga un grito, el silencio parece reinar: está perdido.
- Lo volverá a recordar... más tarde, una y otra vez...
...hasta que en su cama, al cerrar los ojos, la lágrima, sin su voluntad, logre escapar.
Me convertí en fan de Feist, cantante canadiense, desde el primer momento en que la escuché: su música, su voz, su interpretación, su manera de tocar la guitarra, su desenfado, su atuendo, el cover que hizo de Inside and out (de los Bee Gees)... ¡Todo! Pero especialmente por la manera en que puede alegrarme el día con esto:
Si fuera una niña todavía, me habría enamorado de esta versión.
Afortunadamente, tenemos la versión original para los no tan niños. Espero que la disfruten.
Yo no entiendo a las personas (jóvenes, sobre todo) que dicen amar con su vida a su pareja y cuando andan de fiesta dicen "hoy vengo de soltero(a)". Eso, señores y seños (para no entrar en detalles), para mí no es más que engaño.