Y ahí está, en un espacio enteramente iluminado, pero cubierto con las sombras más tenebrosas de las emociones.
Destruyendo cada momento añorado, cada ilusión, y cada pizca de seguridad recobrada.
Pensando que ya nunca habrá un lugar para ella.
Destilando químicamente aquello que el cuerpo ya no puede soportar. Buscando un escape a las frustraciones que parece, más bien, la insistencia en sentirse mal.
Ya no basta desahogarse, porque el deseo ya no alcanza..
Tratando de encontrar soluciones, la fuerza se pierde. Todo se cansa y se nubla, nada volverá y ya nada será.
Nadie llega en el momento indicado, y sola, de una acertada, aunque triste manera, debe continuar...