31 de octubre de 2011

El amor no se juzga, no importa cómo sea.

Y entonces pienso en ella, en su incesante lucha sin objetivo; en su necesidad de no estar sola; en ese odio obligado que siente... sin convencimiento, lleno de incredulidad.

Pienso en ese amor ingenuo del que se alimenta, sin sentirse segura, pero creyendo en la mentira, aun sabiendo que no es verdad.

Un amor que no es real. Aunque, al final, ¿quién merece juzgar?